Cómo lidiar con el desastre
Recientes crisis como la del ébola revelan nuestra naturaleza más íntima. Los trances extraordinarios nos dicen más acerca de nuestras capacidades que los de la vida cotidiana. En ellos desarrollamos mecanismos que ni siquiera creíamos poseer.
La forma de reaccionar individual o colectivamente ante circunstancias dramáticas personales o sociales resulta clave en el desenlace. La psicociencia investiga nuestra conducta ante la adversidad, cuando la vida nos pone al límite.
Por ejemplo, sabemos que hay variables de afrontamiento relacionadas con rasgos de personalidad. Salvatore Maddi, de la Universidad de California en Irvine, y Suzanne Kobasa, de la Universidad de Chicago, han hallado en sus estudios que las personas con más resiliencia –capacidad de proyectarse en el futuro a pesar de estar viviendo acontecimientos desestabilizadores– tienen cosas en común. Las caracteriza su gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos y la apertura a los cambios.
Otros estudios destacan factores internos como la introspección –conocer las propias fortalezas y debilidades– y el sentido del humor –ayuda a cambiar el estado de ánimo y optimizar las cualidades–. También se van aclarando los correlatos fisiológicos asociados a las personalidades fuertes. El neurólogo inglés Oliver Sacks nos recuerda que estos, según él, individuos de hierro mantienen el nivel de testosterona en esos instantes y desconectan áreas del cerebro, como la amígdala y el hipocampo, relacionadas con el miedo y el recuerdo intrusivo de los sucesos traumáticos.
Aparte de los rasgos de personalidad, hay elementos externos que explican nuestro comportamiento en casos graves. Uno de ellos es el apoyo de otros. Emmy Werner, psicóloga de la Universidad de California, ha estudiado a sujetos que superaron situaciones límite durante la infancia. Werner halló que todos encontraron en la vida al menos una persona que los aceptó incondicionalmente. Su conclusión es que “la influencia más positiva para ellos fue una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo”.
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